The following article (which reviews a talk given by Cardinal Bergoglio in 2009) was written by an Argentine conservative who views Pope Francis as an unmitigated Marxist.
"(His) vision of poverty is desperate and despicable. It doesn't help the poor at all. To the contrary, it fills them with hatred and envious resentment against those who have something, though it be but little, because for the one that has almost nothing, those who have something seem rich."
"(His) visión de la pobreza es desesperante y despectiva. No ayuda en nada a los pobres. Por el contrario los induce al odio y al resentimiento envidioso contra los que tienen algo, aunque sea poco, porque al que no tiene casi nada el que que tiene algo le parece rico."
La Botella al Mar
Buenos Aires | 06 de Octubre del año 2009 |
MONSEÑOR BERGOGLIO IMITANDO A MARX Monseñor Bergoglio habló el 30 de Septiembre ppdo. en una jornada denominada "Las deudas sociales de nuestro tiempo" organizada por la escuela de posgrado "Época" que preside el ministro de Menem Roberto Dromi (el que privatizó las empresas del Estado en una de las maniobras más dudosas de la historia argentina) y por la Universidad del Salvador junto con la Universidad Carlos III de Madrid ("La Nacion", 1/1|0/2009, pag. 17). En el acto, que se realizó en dos salones del magnífico hotel Alvear, hablaron también el rabino Bergman, "Chiche " Duhalde y el periodista Eliaschev conocido por ciertos programas moralmente escandalosos que realizó hace algunos años, y contó con la presencia de varios políticos y sindicalistas. Lo grave del caso, además de la mala compañía que lo rodeaba, fue que el prelado en su discurso presentó una imagen de la pobreza más parecida a las ideas del marxismo que a las del Evangelio. * * * La pobreza, según el discurso de Monseñor Bergoglio convierte al hombre en un paria, en un expulsado de la sociedad. "Con la exclusión social queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se está abajo, en la periferia, o sin poder, sino que se está afuera. Los excluidos –con quienes tenemos la deuda -no son solamente “explotados” sino “sobrantes” y “desechables” "...."de ahí que el origen del vacío existencial remite, tal como el mismo Durkheim comentó, a una desvinculación del individuo del medio social; es decir a una carencia de sentido de pertenencia, lo cual desfigura la identidad. 'Tener identidad' entraña fundamentalmente el 'pertenecer'" -dijo Monseñor citando innecesariamente a un sociólogo ateo. O sea, ser pobre, según el prelado, es lo mismo que ser nadie. No tener identidasd es eso, es ser nadie. Esta visión de la pobreza es desesperante y despectiva. No ayuda en nada a los pobres. Por el contrario los induce al odio y al resentimiento envidioso contra los que tienen algo, aunque sea poco, porque al que no tiene casi nada el que que tiene algo le parece rico. Pobreza y riqueza son conceptos emientemente relativos como bien pudo aclararlo el Arzobispo. * * * Esta visión de la pobreza no tiene ninguna relación con la de Nuestro Señor Jesucristo que amaba a los pobres "que siempre habrá entre vosotros", como les dijo a Sus apóstoles cuando quisieron impedir que la Magdalena lavara sus pies con un costoso perfume de nardo (S. Mateo, 26,11). El Divino Maestro les infudía esperanza para esta vida y sobre todo para la otra y lejos de considerarlos "explotados", "sobrantes" y "desechables", los declaró "bienaventurados" (S. Mateo, 5,3) mientras que lanzó aquella terrible advertencia contra los ricos cuando dijo que era más dificil para un rico entrar en el Reino de los cielos es más difícil que para un camello pasar por el ojo de una aguja. También dijo que Dios Padre lo había "enviado para evangelizar a los pobres" (S.Luc. 4,18) y de Él mismo se sabe que había nacido en un pesebre, junto a un buey y un asno, y que era tan pobre que no tenía donde reposar Su cabeza. Y en el Antiguo Testamento se dice, entre otras muchas alabanzas a la pobreza esta frase lapidaria: "Es mejor ser pobre pero sano y fuerte que rico e imbécil y lleno de malicia. La salud del alma en la santidad de la justicia es mejor que todo el oro y toda la plata" (Ecclesiastico, 30, 14.15) ¡Cuantos ricos imbéciles hay por ahí! No quiero decir con esto que no debemos hacer todo lo posible para ayudar a los pobres, para que a nadie le falte nada de lo necesario, pero lo que nunca debemos hacer es presentarles su pobreza como un oprobio que los "descarta" de la sociedad, que les hace perder su "identidad" ni, mucho menos aún, inspirarles odio por los que tienen algo legítimamente adquirido, porque eso es pecado y el pecado es mucho peor que la pobreza. * * * El marxismo, por el contrario, quiere exasperar a los pobres, inducirlos a la rebelión y lanzarlos a la lucha de clases. Para eso presenta la pobreza necesariamente como una explotación de los que tienen algo contra los que tienen poco o nada. Mediante un discurso cargado de odio -muy parecido al del peronismo, por eso digo que éste es una versión argentina del marxismo-, les presenta la pobreza como el mal absoluto; quiere que los pobres se olviden de que tienen alma y de que la felicidad eterna vale mucho más que las riquezas y acusa a la religión de ser el "opio del pueblo", porque inspira precisamene esas ideas consoladoras y santas que apagan el odio en las almas. La propuesta de Monseñor Bergoglio y de la pastoral "moderna", para cumplir con la "deuda social" creada por la “las excesivas desigualdades económicas y sociales que se dan entre miembros de nuestra sociedad, en nuestro pueblo, son contrarias a la justicia social, a la equidad, a la dignidad de la persona humana y a la paz social e internacional”, usa un lenguaje marxista que, por supuesto, no sólo no cumple con la "deuda social" sino que la agrava y la torna impagable. * * * Lo que no aclara Mons. Bergoglio es que hay una desigualdad natural en toda sociedad humana que no es injusta y que, muy por el contrario, es un factor de progreso. Por eso enseñaba San Pio X: "La sociedad humana, tal como ha sido constituida por Dios, está compuesta de elementos desiguales, como son desiguales los miembros del cuerpo humano; hacerlos a todos iguales es imposible y ello implicaría la destrucción de la propia sociedad" (San Pio X, "Fin dalla nostra prima enciclica", punto I). Condenar la "desigualdad excesiva" sin dejar bien claro que no se condena la desigualdad en sí y por otro lado, sin definir con precisión cuando es "excesiva" contiene una condena por implicancia de toda desigualdad y parecería que se propicia una sociedad sin desigualdades y sin clases, o sea, una sociedad como la que propone el comunismo. "La justicia social - agrega el Arzobispo- prohíbe que una clase excluya a la otra en la participación de los beneficios. Exige que las riquezas, que se van aumentando constantemente merced al desarrollo económico social, se distribuyan entre cada una de las personas y clases de hombres, de modo que quede a salvo esa común utilidad de todos, tan alabada por León XIII o, con otras palabras, que se conserve inmune al bien común de toda la sociedad"... "Esta realidad exige conversión personal y cambios profundos de las estructuras,...responden a las legítimas aspiraciones del pueblo hacia una verdadera justicia social". ¿La "participación" en qué "beneficios" propicia el prelado? Y ¿quién "distribuiría" las riquezas producidas? ¿El Estado? ¿Una enorme cooperativa? ¿Con qué criterio? Esta propuesta constituye un ataque no demasiado velado contra el derecho de propiedad privada, otra de las propuestas del comunismo. A decir verdad, la principal de ellas puesto que el manifiesto comunista die: "La doctrina de los comunistas puede resumirse en esta sola proposición: abolición de la propiedad privada". * * * El derecho de propiedad privada no ampara la usura ni el fraude en los negocios, ni el robo. Ahora bien, nadie puede hacerse inmensamente rico de la noche a la mañana invocando el derecho de propiedad privada. Sin embargo, eso es lo que ha ocurrido con los Kirchner y la mayor parte de sus ministros y altos funcionarios. Lo mismo hicieron los banqueros cuando la confiscación de los depósitos en el 2001 y el 2002 y los empresarios que "pesificaron" sus deudas a precio de banana a costa del pobre ahorrista confiscado habiéndose llevado previamente miles de millones de dólares del país con anterioridad al congelamiento por tener datos internos del poder que son inaccesibles para el ciudadano común. Igual reproche puede hacerse a los grupos que compraron las empresas del Estado en tiempos de Menem sin valuación adecuada y con privilegios que les permitieron recuperar lo invertido en poco tiempo y realizar desopilantes lucros. Y en un plano creciente de inmoralidad, ese mismo enriquecimiento injustificado puede sospecharse de funcionarios como Cavallo, que participaron en el negocio de renegociación de la deuda pública con comisiones gigantescas y de los que recibieron los enormes préstasmos que después constituyeron nuestra elefantiasica deuda externa sin que se sepa hasta hoy adonde fueron a parar los fondos recibidos. Y más recientemente y más urticanet, ese descarado enriquecimiento de los Kirchner, cuya fortuna mal habida es incalculable, además de haber arruinado, junto con Lavagna, a los acreedores del Estado mediante el repudio del 75% de la deuda pública en un caso y en el otro, del 100% , etc.etc.etc. Estos son los deshonestos enriquecidos que debió denunciar el Arzobispo y no la "clase" social de los que tienen algo bien habido, ganado con su trabajo o heredado o mediante negocios legítimos y a precios justos a los que, sin embargo, declara culpables de la pobreza de los pobres sin razón alguna que justifique semejante condena en bloque. * * * Tampoco se acordó SE de los pobres de la clase media, cada vez más pobres por las continuas confiscaciones de que son víctimas por parte de la tiranía mediante impuestos de arrasar, robo de depósitos, substracción de los aportes jubilatorios, falta de trabajo, aumentos desmesurados de precios y tarifas, desatención de la salud, de la educación, de la seguridad y para colmo persecución minuciosa en todos los órdenes de la vida (multas, piquetes, huelgas de transporte, etc.). Esos pobres de la clase media, sin embargo, llevan su situación con honorable dignidad y en el olvido de los demagogos como SE. De las riquezas mal habidas nada dijo Monseñor Bergoglio. Ni una palabra. Y no puedo creer que no haya sido a conciencia porque son hechos públcos y notorios y, para peor, uno de los máximos responsables de aquellos negocios de la época de Menem fue su anfitrión de aquella noche, el ministro Dromi sin que eso parezca haberle causado el menor escozor al "defensor de los pobres". Con el agravante de que esos negocios y otros contemporáneos y posteriores, causaron el cierre de muchas empresas argentinas y la pérdida de puestos de trabajo. ¿No se acordó Monseñor que hace poco más de un año este gobierno provocó la falencia de miles de agricultores víctimas de la persecución fiscal? Eso causó también el cierre de fábricas de implementos agrícolas y la quiebra de miles de comercios en los pueblos de campaña con una sangría de unos u$s30.000.000.000 en cosechas y otros bienes perdidos definitivamente. ¿Cuantos argentinos cayeron en la pobreza a causa de esa persecución, que aún continúa? Pero Monseñor prefiere atacar a las clases menos pobres en masa, como si su relativo bienestar, precario como todo hoy en la Argentina, fuera la causa de la pobreza de otros y una especie de robo cometido por unas clases contra las otras. Dice injustamente Monseñor Bergoglio que "la justicia social prohíbe que una clase excluya a la otra en la participación de los beneficios", como si esa fuera al causa de la pobreza en la Argentina. Usando una generalización que es clásica del marxismo para despertar odio y lucha de clases, Monseñor omite considerar que no hay dos clases sociales, sino cientos de ellas y que tanto la "riqueza" como la "pobreza" son términos relativos y que hay cientos de grados de pobreza y cientos de grados de riqueza. No existen categorías homogéneas de "ricos" y "pobres". Todo esto debe ser considerado si se quiere predicar el mejoramiento de los pobres y el bienestar general. Pero si se quiere incitar a la lucha de clases, es necesario pasar por alto estos matices y hablar de dos clases, incitando a los "pobres" -considerados en general- a rebelarse contra los "ricos", también tomados en general. Esto es, debo decirlo con tristeza lo que subyace en las palabras del Arzobispo de Buenos Aires. * * * Propone entonces " cambios profundos de las estructuras, que responden a las legítimas aspiraciones del pueblo hacia una verdadera justicia social"; "se requieren nuevas estructuras que promuevan una auténtica convivencia”. Los derechos humanos, como dice el Documento de Santo Domingo (de los Obispos latinoamericanos): “se violan no sólo por el terrorismo, la represión, los asesinatos, sino también por la existencia de condiciones de extrema pobreza y de estructuras económicas injustas que originan grandes desigualdades". Son los marxistas quienes hablan de "estructuras economicas". Es una manera de referirse, eufemísticamente, a la relación que existe entre el hombre y las cosas y entre los hombres entre sí con relación a las cosas. En una sociedad según la ley natural, esa relación es de propiedad privada y de contrato de trabajo asalariado, entre otras relaciones, todas presididas por la Justicia. En el sistema marxista esa "estructura" está profundamente cambiada mediante la abolición lisa y llana de la propiedad privada de los medios de producción o mediante un tal sometimiento de ese derecho a la intervención del Estado que casi no exista. En esa otra "estructura" socio-económica, la propiedad no será ya privada, nadie será dueño de lo que tiene sino una especie de administrador en beneficio de toda la comunidad con una fuerza superior -el Estado o algún Ente creado por la nueva "estructura" política- que asegurará una nueva forma de distribuir los beneficios de tal manera que "se tome de cada uno según su capacidad y se dé a cada uno según su necesidad", según dice la doctrina marxista. Eso creará una nueva "estructura" económica, de la cual resultará otra "estructura social" en la que no habrá pobres ni desigualdades y eso dará origen a una diferente estructura política y a nuevas "superestructuras", o sea, a nuevas formas de entender y vivir la religión puesto que la religión no es, según el mito de Marx, sino una "superestructura" de la estructura económica. Todo esto es lenguaje marxista. * * * No le bastó a Monseñor Bergoglio esta incitación a la "toma de conciencia" de los pobres y a la "lucha de clases". También invitó al Estado a perseguir a toda persona que se haya atrevido a escapar de las injusticias locales colocando sus ahorros ganados con el sudor de su frente y a lo largo de toda la vida, en el exterior, fingiendo ignorar que bajo el régimen de la "dirgencia" corrupta e inepta ningún ahorro estaba ni está garantizado, como se vió en el 2001 y en el 2002, años del brutal asalto contra los ahorristas. Dijo el Primado: "Pensemos que, según distintas fuentes, hay aproximadamente ciento cincuenta mil millones de dólares de argentinos en el exterior, sin contar los que están en el país fuera del circuito financiero, y que además los medios de comunicación nos informan que se van del país aproximadamente dos mil millones de dólares más por mes. Me pregunto, les pregunto: ¿qué podemos hacer para que estos recursos sean puestos al servicio del país en orden a saldar la “deuda social” y generar las condiciones para un desarrollo integral para todos?" O sea, el Cardenal confunde deliberadamente los miles de millones que se llevaron los ladrones a cargo del Estado y sus aliados de las grandes empresas, con lo poco que pudieron salvar los pequeños ahorristas de la catástrofe general. Y sibilinamente reclama que "se haga algo" para que esa plata vuelva al país, fingiendo ignorar que si vuelve es para ser robada y para que haya más pobres y que cualquier medida del Estado contra esos fondos sólo arruinará a los pequeños ahorristas porque a los grandes, y menos aún a los grandes ladrones políticos, no los tocará ni con la punta del dedo. Escandalosa delación muy impropia de un Pastor de almas. Quiero aclarar que cuando hablo de la pobreza no me refiero a la miseria, tipo Biafra. Esa miseria es otra cosa. Tiene una causa moral primero y después una económica o es resultado de una salud deficiente y mal atendida por un Estado dedicado a robar que no cumple con su obligación de curar a los enfermos. Pero de esa miseria no se ocupa Mons. Bergoglio. El piensa en los pobres que todavía pueden ser inducidos a entablar la lucha de clases. De los pobrecitos hundidos en la miseria y que nopueden valerse por sí mismos, sólo se ocupa Dios y la Santísima Virgen y los buenos católicos con sus pequeños esfuerzos y sus oraciones. Para terminar, considero que la mayor "deuda social" que existe, no sólo con los pobres sino con todos los argentinos, la tienen los Obispos que en vez de enseñar la buena doctrina, de condenar a los tiranos y de combatir a los ladrones enriquecidos, usan un lenguaje ambiguo como el de Monseñor Bergoglio para incitar a la lucha de clases en vez de promover la heroica defensa de la Justicia o sea, para colaborar con el plan de implantación de un Estado socialista en el que está embarcada la tiranía . Cosme Beccar Varela (Las citas del discurso de Monseñor Bergoglio están tomadas del texto integral publicado por AICA en los primeros días de Octubre del 2009) |
http://www.labotellaalmar.com/vertema.php?id=932